Historia del himno Alma bendice al Señor

Este himno de adoración está basado en el salmo 103,

“Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios”. 

Fue escrito por Joachim Neander.

Joachim Neander nació en Bremen, Alemania, en el año 1650. Tenía una gran herencia espiritual de, al menos, cuatro generaciones de predicadores. Sin embargo, Joachim no mostró interés de joven en asuntos espirituales y fue más bien un muchacho rebelde y descontrolado.

Cuando tenía 20 años se fue con un grupo de muchachos en dirección a una iglesia en Bremen con el fin de ridiculizar y molestar a los asistentes. Cuando el predicador Theodore Under-Eyck comenzó su sermón, Joachim en lugar de molestar, estuvo quieto escuchando el mensaje completo, que luego le llevó a conocer a Cristo como Salvador personal. El cambio en la vida de Joachim fue un reflejo de las palabras del apóstol Pablo: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.

Años más tarde fue invitado por el mismo Under-Eyck a predicar en ese mismo lugar donde unos años antes había ido a molestar. 
Con apenas 29 años de edad, Joachim enfermó de tuberculosis. En su lecho de muerte escribió este precioso himno que ha sido cantado por varios siglos y sigue teniendo valor espiritual:

Alma, bendice al Señor, Rey potente de gloria; 
de sus mercedes esté viva en ti la memoria. 
¡Oh, despertad, arpa y salterio! entonad 
himnos de honor y victoria.

Alma, bendice al Señor que los orbes gobierna, 
y te conduce paciente con mano paterna; 
te perdonó, de todo mal te libró, 
porque su gracia es eterna.

Joachim murió el 31 de mayo de 1680.

Fuente: 
Then sings my soul,  
Joachim Neander, www.wikipedia.org 
Joachim Neander, www.hymnary.org


Durante su vida, Joachim disfrutaba de largas caminatas a lo largo del Río Dussel, en Dusseldorf, donde meditaba y cantaba himnos a Dios. Llegó a querer tanto este lugar que lo llamó el “valle de Neander” (en alemán, Neanderthal). Años más tarde, en 1856, en este mismo valle se encontraron huesos humanos. Más adelante, un profesor de anatomía utilizó estos huesos para apoyar la teoría de la evolución, diciendo que se trataba de los huesos de una especie mitad humano y mitad simio. Fue llamado el “hombre Neanderthal” y dijeron que éste era el “eslabón perdido” en la cadena de la evolución. Más adelante se determinó que el hombre Neanderthal es completamente hombre y que no es ningún vínculo de ninguna cadena de evolución humana

Es lamentable, que el nombre de este valle, Neander, sea más conocido por el descubrimiento de estos huesos que por el hombre que le dio nombre a este valle y sus convicciones en el Dios Creador de los cielos y de la tierra, y que fue también el Salvador de Joachim Neander.

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