Dejé todas mis cuitas

Historia del traductor: Pedro Castro

 

Dejé todas mis cuitas a Jesús,
quien llevó mis pecados en la cruz,
el magnífico día en que por fe
en la cruz por salvarme le miré,
y la carga terrible de mi alma Él quitó
y su voz tan suave mi dolor disipó.

Dejé todas mis cuitas al Señor,
porque quita a las penas su amargor,
y las lágrimas dora del mortal,
con su tierna sonrisa celestial.
El desierto miramos que se torna en vergel,
cuando en su camino vamos confiados en Él.

Dejé todas mis cuitas al Señor;
de mi siempre benigno protector
en el puerto seguro al fin anclé,
y reposo en sus aguas encontré.
Tengo en Él mis consuelos, es mi guía, mi luz,
y mi espíritu encontró la paz en Jesús.

¡Oh! ven con tus cuitas al Señor,
alma martirizada de dolor,
a su lado la dicha lograrás,
y librada de angustias vivirás.
En su amor tan caro hay lugar para ti;
y perfecto amparo, oh alma, tienes allí.

 

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