Señor nos recordamos

 

1. Señor, nos recordamos de tu pasión aquí,
cual sustituto santo, sufriendo tu alma así.
El cáliz de amargura, con plena sumisión,
Tú mismo lo agotaste, Señor, ¡qué redención!

2. Las olas vengadoras de cólera penal
por sobre Ti pasaron con peso judicial;
y tu alma sumergida probó la maldición
debida a los perdidos por nuestra salvación.

3. Sabemos que tu muerte quitó la acusación
en contra del pecado; ¡qué grande expiación!
Mas, ¿cuál no fue el tormento que tu alma allá sufrió,
cuando el divino rostro de Ti Dios apartó?

4. Y, ¿quién dirá qué gozo el Padre en Ti sintió
en ese mismo instante en que Dios te dejó?
Mas a su diestra ahora sentado en gloria estás,
do esperas el momento en que Tú volverás.

 

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